El niño tiene derecho a esperar y hasta
exigir que la lectura sea un espacio mágico,
¡sorprendente y admirable! A que todos
reconozcan y contribuyan a hacer de ella
un raro y fascinante acontecimiento.
A leer en las orillas del lago, en una parva
de trigo. En las cumbres de las montañas. O en un bote
que navegue el río y llegue al mar con una lectura
flameando y ardiendo en su mástil.
O bien trepado en la copa de los árboles.
También a leer los libros vueltas sus letras al revés.
O de atrás para adelante, si ése es su capricho.
Danilo Sànchez Lihòn
Ilustración: Giovanna Torres
Comentarios
Puedes seguir esta conversación suscribiéndote a la fuente de comentarios de esta entrada.