Tiene derecho a averiguar
en los libros,
y fuera de ellos, todo aquello
que le inquiete
y apasione, sabiendo que no
hay tema
vedado ni impertinente. A que
todo asunto
finalmente deje el texto para
ocupar
el espacio del aula, la calle y
el cielo infinito.
A que alguien le guíe hasta
donde pueda.
Porque después será el niño
quien oriente
al adulto a ir por los ignotos
meandros
de maravilla y estupor, azar
y éxtasis
que hay en el mundo y la vida.
Danilo Sánchez Lihón
Ilustración: Milagro Chuquiyanqui
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