hacia adentro,
es un árbol.
Danilo Sánchez Lihón
He aquí el grueso tronco del árbol que ha quedado unido a la tierra con sus potentes raíces y que fuera la base del viejo eucalipto cuyo tronco se aserró y cayó derribado.
El corte ha sido hecho casi a la altura de lo que mide un niño como yo, de diez años.
¡Qué inmensa, de grosor, es esta base que ha quedado pegada a tierra!
Hace una superficie que no la abarco tendido sobre ella y abiertos los brazos y las piernas.
Y desde donde miro el cielo en parte despejado y cristalino, y en parte anubarrado.
Las raíces, hacia abajo, incrustadas al subsuelo, son como nervios que se sujetan bravíos convencidos del lugar que les pertenece.
Deben conformar hacia el fondo un árbol casi igual de grande a como era hacia afuera y hacia arriba el árbol que cayera.
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