“Allí estaba yo, enseñando elegantes teorías de economía en la clase con todo el entusiasmo de un recién estrenado Ph.D. de los Estados Unidos. Pero salía del salón de clases y veía esqueletos a mi alrededor, a gente esperando morir.” Muhahhad Yunus, fundador del Grameen Bank
Una historia reveladora que como miembros concientes de nuestra sociedad nos puede terminar causando vergüenza, esperanza o indiferencia total. Es la historia de los comienzos de una organización dedicada a ayudar a salir de la pobreza extrema a las personas más necesitadas de Bangladesh. Su fundador, uno de los pocos afortunados de su país en tener una educación superior, tuvo el coraje de salir de su placentera burbuja personal, para darse cuenta de la miseria que lo rodeaba, comenzar de cero, retar a su sistema bancario, cometer errores y lograr constituir en la actualidad una organización que atiende a mas de 2 millones de personas pobres y otorga alrededor de US$500 millones al año en micro-créditos.
Su propio relato ha sido citado en el reciente “8vo Hábito” de Stephen R. Covey, el autor de la famosa Los 7 hábitos de las personas altamente eficientes. A continuación un pequeño pero esencial extracto:
“En lugar de seguir describiendo lo que significa “voz” (voz interior), permítanme ilústraselos con la historia verdadera de un hombre. Cuando conocí a Muhahhad Yunus, fundador del Grameen Bank- organización establecida con el solo propósito de extender microcréditos a los pobres entre pobres en Bangladesh- le pregunté cuando y como obtuvo su visión. Me dijo que no había tenido ninguna visión para comenzar. El simplemente vio a alguien en necesidad, trato de llenarla y la visión comenzó a evolucionar. La visión de un mundo libre de pobreza de Muhammad Yunus se puso en movimiento con un evento ocurrido en las calles de Bangladesh.
Mientras lo entrevistaba para mi columna en el New York Times acerca de liderazgo, compartió esta historia conmigo:
Todo comenzó 25 años atrás. Estaba enseñando economía en una universidad de Bangladesh. El país estaba en medio de una hambruna. Me sentía terrible. Allí estaba yo, enseñando elegantes teorías de economía en la clase con todo el entusiasmo de un recién estrenado Ph.D. de los Estados Unidos. Pero salía del salón de clases y veía esqueletos a mi alrededor, a gente esperando morir.
Sentí que lo que había aprendido, lo que estaba enseñando, lo que estaba haciendo era hacer cree historias a la gente, historias sin ningún significado para la vida de las personas. Entonces comencé a tratar de averiguar como vivía la gente en el pueblo cercano al campus de la universidad. Quería descubrir si había algo que yo como ser humano podía hacer para retrasar o parar la muerte de aunque sea una sola persona.
Abandoné la visión de pájaro que te hace ver todo desde arriba, desde el cielo y asumí la visión del gusano tratando de analizar todo aquello que tenga enfrente- oler, tocar, ver si podía hacer algo al respecto.
Un incidente en particular hizo que tomara una nueva dirección. Conocí a una mujer que hacia bancos de bambú. Luego de una larga discusión, descubrí que ella ganaba solo dos centavos de dólar al día. No podía creer como alguien que trabajaba tanto y hacia bancos tan bonitos podía ganar tan poco. La mujer me explico que como no tenia dinero para comprar el bambú para hacer los bancos tenia que pedirle prestado al comerciante y este le imponía la condición de que solo a él le podía vender sus bancos y a un precio que él decidiera.
Eso explicaba los dos centavos de dólar, ella estaba virtualmente atada a esta persona. Y cuanto cuesta el bambú? Me dijo, “ Oh, como veinte centavos y por uno bueno 25 centavos”. Pensé, “La gente sufre por veinte centavos y no hay nada que alguien pueda hacer al respecto? Me debatí entre si debía darle a la mujer los 20 centavos, pero luego se me ocurrió una idea: hagamos una lista de la gente que necesitaba una cantidad de dinero parecida. Tome a uno de mis estudiantes y fuimos al pueblo por varios días y terminamos con una lista de cuarentaidos personas. Cuando hice cuentas todo salió veintisiete dolares!!! Me sentí avergonzado de mi mismo por ser parte de una sociedad que no podía darle ni siquiera veintisiete dólares a cuarentaidos seres humanos calificados.
Para escapar de esa vergüenza, saqué la plata de mi bolsillo y se lo di a mi estudiante. Le dije, “Toma este dinero y dáselo a estas cuarentaidos personas y diles que es un préstamo, pero que me paguen cuando sea que puedan hacerlo. Mientras tanto podrán vender sus productos en donde les puedan dar el mejor precio”. (Traducción de i-elanor)
Las personas recibieron el dinero muy entusiasmadas y a Yunus se le ocurrió ir al banco cercano para sugerir al gerente que prestara esta irrisoria cantidad de dinero a estas personas. La sorpresa fue obvia y la única respuesta fue: No, es imposible, si quiere hable en la sede principal. Al recibir la misma respuesta negativa, Yunus se animó a servir de garante para que el banco le diera el préstamo. La gente del banco no hacía más que advertirle a Yunus que esas personas pobres se burlarían de él y nunca le pagarían. Pero le pagaron y cuando Yunus fue con la noticia al banco, le dijeron: ahora has tenido suerte pero intenta con un pueblo más y verás que no funciona. Yunus siguió intentando y la gente pobre le pagaba. Ni aún con dichos buenos e innegables resultados la gente del banco aceptó y tal como Covey cita a Yunus, “ellos nunca lo aceptarían por que están entrenados para creer que la gente pobre no es confiable. Por suerte, yo no estaba entrenado de esa forma de manera que podía creer en lo que veía tal como era. Pero los ojos y mente de esos banqueros estaban cegadas por el conocimiento que tenía”. Y así fue como Yunus, ante la negativa de los bancos dejó de perder tiempo tratando de convencerlos y concibió la idea de crear un banco único, un banco que prestara a los más pobres. Le tomó dos años en convencer al gobierno para que le dieran el permiso para concretar la idea de los micro-créditos como estrategia para superar la pobreza y fundar el Grameen Bank. Cabe resaltar que los micro créditos se han venido otorgando en diversas modalidades a través de los siglos pero fue Yunus quien extendió la idea de darlos sin garante y a una gran escala en su país. Actualmente el banco beneficia a cerca de 2.8 millones de personas pobres en 42 pueblos otorgando alrededor de US$500 millones al año con préstamos que en promedio son menores a US$200.
Interesante lectura. Eso me lleva a reafirmar que entre lo académico y la realidad hay un mundo de vivencias que nada puede reemplazar.
Y fíjate como son las cosas, aquí en nuestro país, las comisiones más altas se las imponen a la gente que menos recursos tienen a pesar de estar demostrado que las carteras morosas son más significativas en los grupos socio-economicos mejor posicionados.
Publicado por: Arturo | 31/10/05 en 17:27