“Amar es fundamentalmente dar, no recibir”, así lo explicó científicamente hace 50 años Erich Fromm en El arte de amar y hoy lo confirma un nuevo estudio científico que sugiere que el amor altruista puede forjar mejores amistades y matrimonios.
En un estudio realizado por del General Social Survey (GSS) del Nacional Opinion Research Center de la Universidad de Chicago, en base a encuestas personales a hogares cada dos años, a 1329 adultos, se concluyó que el amor altruista estaba asociado con una mayor felicidad, especialmente con la felicidad matrimonial. El estudio es realizado a nivel nacional y ha sido plasmado en el reporte “Altruism and Empathy in America: Trends and correlates” por Tom W. Smith director del GSS.
A los participantes se les preguntó si estaban de acuerdo con frases que denotaban altruismo como “Preferiría sufrir yo antes que deja sufrir a un ser amado” o “Puedo sacrificar mis propios deseos para que la persona que amo consiga los suyos”. Asimismo, se hacía preguntas que reportaran indicios de intenciones o conductas altruistas como “Cada cuanto tiempo dona sangre?” o “Devuelve el dinero cuando se equivocan en darle el vuelto?”. Entre aquellos que estuvieron de acuerdo con estas frases, se encontró una tendencia a reportar felicidad con sus parejas.
Dentro de los más altruistas, el 67% calificó su matrimonio como “muy feliz” y entre aquellos que fueron calificados como menos altruistas, solo el 50% dijo que eran”muy felices” en su matrimonio.
Para los casamenteros: El 40% de las personas casadas calificaron como los más altruistas, mientras que solo el 20% de los solteros tuvieron esta máxima calificación. Del grupo de divorciados o separados solo el 25% alcanzó el nivel altruista.
Fragmento del Arte de Amar [1]:
El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un “estar continuado”, no un “súbito arranque”. En el sentido más general, puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir.
¿Qué es dar? Por simple que parezca la respuesta, está en realidad, plena de ambigüedades y complejidades. El malentendido más común consiste en suponer que dar significa “renunciar” a algo, privarse de algo, sacrificarse. La persona cuyo carácter no se ha desarrollado más allá de la etapa correspondiente a la orientación receptiva, experimenta de esa manera el acto de dar: como un sacrificio. El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir; para él, dar sin recibir significa una estafa. La gente cuya orientación fundamental no es productiva, vive el dar como un empobrecimiento, por lo que se niega generalmente a hacerlo. Algunos hacen del dar una virtud, en el sentido de un sacrificio. Sienten que, puesto que es doloroso, se debe dar, y creen que la virtud de dar está en el acto mismo de aceptación del sacrificio. Para ellos, la norma de que es mejor dar que recibir significa que es mejor sufrir una privación que experimentar alegría.
Para el carácter productivo, dar posee un significado totalmente distinto: constituye la más alta expresión de potencia. En el acto mismo de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Tal experiencia de vitalidad y potencia exaltadas me llena de dicha. Me experimento a mi mismo como desbordante, pródigo, vivo, y, por tanto, dichoso. Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad…
En la esfera de las cosas materiales, dar significa ser rico. No es rico el que tiene mucho, sino el que da mucho. El avaro que se preocupa angustiosamente por la posible pérdida de algo es, desde el punto de vista psicológico, un hombre indigente, empobrecido, por mucho que posea. Quien es capaz de dar de si es rico. Siéntese a si mismo como alguien que puede entregar a los demás algo de si…
Sin embargo, la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de si misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él - da de su alegría , da su interés , da su comprensión, da su conocimiento, da su humor, da su tristeza-, da todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al dar así de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar es de por si una dicha exquisita. Pero, al dar, no puede dejar de llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace a la vida se refleja a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar de recibir lo que se le da en cambio. Dar implica hacer de la otra persona una dador, y ambas comparten la alegría de lo que han creado. Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se sienten agradecidas a la vida que nace para ambas. En lo que toca específicamente al amor, eso significa. El amor es un poder que produce amor; la impotencia es la incapacidad de producir amor.
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[1] The Art of Loving, Erich Fromm, 1956
Estudio científico dado a conocer el 9 de febrero 2006:
http://www.medicalnewstoday.com/medicalnews.php?newsid=37506
http://www.livescience.com/humanbiology/060209_love_altruism.html
El arte de amar altruismo relaciones felices
Presioso árticulo del altruismo, ya dicen otros, como ateos, que el altruismo es una "doctrina peligrosa del cristianismo y budismo", y otras barbaridades que en wikipedia puede allarse, en cuanto a los opoditores.
Publicado por: Karl | 22/09/07 en 22:00